Está claro, que nuestro devenir en el mundo es algo imprevisible: nuestro nacimiento; si tenemos o no suerte; si estudiamos o trabajamos; si sufrimos o no enfermedades… Siempre la incógnita del futuro es nuestra verdad al fin: eso que llamamos Hado.
Hace unos pocos años, un buen amigo mío que se las da de poeta, escribió la siguiente estrofa que tituló, “Somos peleles”, que decía así:
“El mundo es un conjunto
de siete mil millones de peleles.
movidos como simples marionetas
por las invisibles manos del destino.
La suerte, la muerte o la desgracia,
nos van marcando el camino.”
Pues bien, a mí me ha gustado por ello contar esta historia de una pareja de grandes amigos míos, que en un momento crucial de sus vidas se encontraron para siempre en un momento básico de su devenir, y ahora son felices en un punto de la Tierra que es todo un ideal: Mallorca.
Y como digo, todo ocurrió en su principio por puro azar, porque uno dio un empujón al otro.