El pueblo creyente LGBTIQ+ resiste, ora y transiciona hacia una «tierra prometida» que no será sino el tiempo en el que ser unx mismx no entrañe persecución ni violencias. La esperanza de alcanzar la «tierra que mana leche y miel» (esto  es, derechos civiles y religiosos, reconocimiento de la dignidad personal y de la huella divina en la condición propia) sigue latente.
En esta migración sembrada de hitos trascendentes: amor, gracia, progresos, caídas y levantamientos, la fe en Jesucristo permanece intacta, alumbrando la senda hacia la liberación del yugo heteropatriarcal en caridad y fortaleza.